domingo, 29 de abril de 2007

Tatuajes, símbolos o caprichos eternos


La espalda baja, los omóplatos, la ingle, el pecho, el ombligo y los tobillos son los lugares con mayor demanda para colocar los diseños


Sensuales, eróticos, desafiantes, provocativos, temerarios, ideológicos o inocentes. Todo depende del tamaño y el lugar del cuerpo en donde se lo ubique.
Los tatuajes pueden convertirse en un estilo de vida, un símbolo o en un capricho, pero siempre, para toda la vida. Por lo que el experto en este arte Sergio León, de Camaleón Tatoo, recomienda meditar mucho antes de decidirse por un diseño.

A su criterio los nombres de parejas son las peores opciones para tatuarse, pues en sus siete años como artista asegura haber conocido a mucha gente que ha cambiado de pareja y esa marca le ha causado serios problemas conyugales.

Pero existen otros motivantes, como los que tiene Juan Muñoz, de 29 años, quien luce en su espalda, hombro y pecho un gigantesco diseño tribal; según su propia versión cada motivo tiene su simbología y se convierte en un distintivo personal.

Siente que su cuerpo es un enorme lienzo en el que ha invertido más de 800 dólares y se siente orgulloso, aunque acepta que esas marcas generan muchos prejuicios y quizá cuando sea un anciano sean poco comunes y hasta insólitas. La espalda, el pecho, el hombro, el brazo, el vientre y el tobillo izquierdo de Muñoz lucen dibujos perennizados con agujas y tinta vegetal.

Para los lugares a tatuar también existen tendencias, la espalda baja, la zona de los omóplatos, los brazos, el pecho, el vientre, la ingle y las piernas son los lugares más comunes “se lucen, pero permanecen ocultos en entrevistas de trabajo”, dice León sonriente. Aunque con menos regularidad, los clientes también solicitan diseños en la zona pélvica y en los glúteos.

Huellas imborrables


Los tatuajes son una tendencia que puede generar diversas reacciones, desde atracción hasta repugnancia, por ello el diseño, el tamaño y el lugar son claves y deben ser decididos con madurez. Los menores de edad en general no son tatuados en locales serios y seguros, salvo una autorización firmada por sus representantes.

Y es que eliminar un tatuaje requiere un complejo y costoso proceso quirúrgico que dejará cicatrices imborrables.

Según el tipo de diseño los tatuajes pueden ser: tribales, realistas, orientales, celtas, tradicionales o “new school”.


Divas de tecnocumbia, un derroche de sensualidad y provocación


Caramelo Caliente fue uno de los primeros exponentes del género en la ciudad. Hoy cobran más de mil dólares por cada presentación


La transformación de una humilde joven en una diva de la tecnocumbia toma su tiempo. Son las 14:00 y mientras Fernando Panjón alista la buseta para partir hacia una presentación en la fábrica Guapán, las seis integrantes de Caramelo Caliente viven unos minutos de verdadero vértigo.


Mientras Verónica Vera y Karina Zamora pulen sus rostros con base, labial y sombras, en una habitación adjunta Marlen Jaramillo se coloca el “top” blanco con lentejuelas, un minúsculo “short”, un cinturón de terciopelo con flecos y las botas blancas de corosil que sobrepasan sus rodillas. Su pequeña hija Camila aprueba su apariencia. Está lista.

En la sala de ensayos Eva Trigoso y Engyee Albán hacen lo propio y salen a la pequeña sala de D´Fabis producciones con un largo abrigo azul con los logos de la productora y del grupo. Minutos más tarde llega Erica Mejía, la única cuencana del grupo; ella está lista. Sólo resta esperar el vehículo.

40 minutos de viaje
Son casi las 15:00 cuando el conductor llega e invita a las divas al vehículo. Suben así, con sus esculturales y pronunciadas figuras medio descubiertas, sus rostros con impecable maquillaje y la cabellera inmaculada. Todas usan lentes de contacto verdes y tienen el cabello teñido con rayitos, reflejos y tintes totales de rubio, castaño, rojo y hasta morado.
Minutos de relajación

Durante el viaje de 40 minutos las jóvenes dejan de lado las poses y las bromas empiezan a fluir. La coquetería inocente es recurrente.

Hablan de las fiestas, de los ebrios que intentan propasarse y de las mujeres que las llaman “lluchisiques”. Admiten que sus poses podrían causar celos, aunque insisten que la actitud provocativa está reservada para el escenario: “debes enamorar al público, pero a la vez mantener la distancia”, dice Verónica Vera, una guayaquileña de 21 años que lleva tres radicada en la ciudad.

Son 15:30 cuando la furgoneta llega a su destino, donde los ansiosos obreros las reciben. En la fábrica se celebraba el día del trabajador cementero, y algunos estaban pasados de copas. Atentos saludos y besos volados recibían a las atractivas artistas, quienes desde su asiento correspondían las atenciones.

Tras un corto diálogo con los organizadores y luego de cobrar por adelantado los mil dólares que supone la presentación, uno de los empleados que acompañan a las jóvenes las exhorta a bajar.

Ellas se toman unos minutos para arreglar los últimos detalles de sus vestimentas, peinados y maquillajes. Alrededor del vehículo se ha formado un ruedo de atentos espectadores.

Flashes iluminan sus rostros
Una por una bajan las divas y muchos no desperdician la oportunidad para fotografiarse junto a ellas. Celulares y pequeñas cámaras son las indicadas para obtener un recuerdo de sus estrellas de la tecnocumbia, sentir su aroma y quizá cumplir un anhelo.

Faltan pocos minutos para que sean las 16:00 y el espectáculo ha iniciado. Con sus minúsculos trajes y provocativas letras, las seis bellas son el centro de la atención. Algunos comentarios con alusiones sexuales son inevitables entre los asistentes.

Sobre las tablas las esculturales figuras que se contorsionan en sugerentes movimientos y provocan la emoción del público. Los gritos de “Déle, déle, déle… Rico, rico, rico…” alertan a los espectadores que para ese momento están frente al escenario intentando cazar una mirada de las divas.

La vocalista exhorta al público a bailar y aunque es probable que por la distancia no distinga los rostros, califica a sus espectadores como “guapo o papi”, mientras les lanza besos volados.

Los más entusiastas suben al escenario en medio del espectáculo, las invitan a bailar, les brindan una copa u optan por sus minutos de fama y emulan las contorsiones en medio del grupo. Es necesario que la anfitriona del evento amenace con terminar el concierto si la gente no abandona el escenario.

El final
El reloj marca las 17:30 cuando Caramelo Caliente se despide del público. Ahora un obrero resguarda el ingreso al escenario y nadie las interrumpe mientras se colocan sobre sus sensuales figuras los abrigos azules y se enfilan hacia el vehículo.

El acompañante que cobró el dinero y tocó las pistas de las canciones hace de guardaespaldas y en medio de los admiradores que casi han cerrado el paso hacia la furgoneta, abre espacio a las chicas.

Los maquillajes y los teñidos cabellos ya no son tan impecables, sus rostros denotan cansancio y el cielo empieza a oscurecer cuando el viaje de regreso inicia. Pero los ánimos no han decaído, los cometarios sobre el espectáculo, las bromas y los planes para la siguiente jornada les ocupa todo el viaje.

Fernando Panjón deberá dejarlas en sus casas y una vez más preparar el vehículo para la próxima jornada.

Delfín ahora le puesta al calentamiento global



Un video con evidentes limitaciones técnicas y errores idiomáticos que ha provocado apasionados comentarios de público, principalmente chileno, algunos de apoyo y muchos otros con fuertes comentarios en su contra. Pese a ello Delfín, cuyo grito de batalla es “Delfín, hasta el fin”, ya se ha presentado en discotecas en Valparaíso y Viña del Mar.

Delfín dice que actualmente está trabajando en la producción de su cuarto disco y asegura que una vez más tomará temas universales como el calentamiento global para su inspiración.

Quishpe asegura que el propósito de ese tema será contribuir en la concienciación de su público sobre el tema de la conservación y afirma que también lo cargará en Internet para que “todo el que quiera pueda apreciarlo”. Resta esperar que propuesta planteará Delfín en esta ocasión.

El semáforo: dos minutos para el arte


Los escenarios de estos artistas urbanos están disponibles en todo el mundo y deben sortear algunos obstáculos para alcanzarlos


El ritmo es vertiginoso, el semáforo cambia a rojo y en segundos la brasileña Diana Fabricio y el guayaquileño Pedro Jaramillo, saltan al frente de la hilera de autos con sus cadenas con puntas encendidas en fuego que dibujan curiosas y redondeadas figuras anaranjadas por fracciones de segundo, mientras vertiginosamente pasan a centímetros de sus rostros, brazos o piernas.


Apenas dos minutos dura el espectáculo, el semáforo de las avenidas Solano y Doce de Abril ha cambiado a verde y es hora de obtener unos centavos por la corta actuación. Uno de los artistas se acerca a los autos con una sonrisa que aún cuando no hay respuesta se mantiene.


Esa rutina se repite, solo que a veces las cadenas rociadas con gasolina son reemplazadas por pinos, cintas de colores, pelotas, machetes o antorchas encendidas, a veces en el piso o en ocasiones desde lo alto de un monociclo o quizá en las piernas flexionadas del compañero.

Lo necesario para un día


Al final del día habrán obtenido lo necesario para alimentarse además de los 2,50 dólares que costará la habitación de cada uno en la hostal San Francisco, la rapidez con que los obtengan marcará la duración de su jornada.


Pero la jornada inicio horas antes, cuando desde la habitación sin camas y con colchones en el piso de la hostal en referencia, la joven pareja ordenó y escogió los implementos que emplearían en la actuación de esa noche, antes de ensayar algunos de sus más innovadores trucos.


Una pequeña que se suma


Como una espectadora privilegiada, la pequeña Naia Safira de dos años, hija de la pareja unida libremente desde hace tres años, aplaude las acrobacias de sus padres y con señas acompañadas de balbuceos los exhorta a incluirlos en el espectáculo que ensayan.